domingo, 16 de enero de 2022

Juan Manuel Roca. Ciudadano de la noche

 
César Vallejo
Invita a sus amigos a una cena.
Se pide ser puntual, traer pan y no usar collares de granizo.
Hay suficiente frío en la alacena.
 
La voz anuncia que empieza a caer en París un aguacero.
No le importe venir:
Los pronósticos del tiempo
No son los de la muerte.
 
Al fondo está el salón
Donde el tiempo raído del invierno,
O quizás los imprevistos, dejan ver
Tan sólo una pareja de silenciosos
Comensales: el poeta y su sombra.
 
Viste mejor la sombra que el poeta,
No se le ven los pliegues que han dejado en el traje de su amigo,
París, los húmeros mal puestos, la lluvia,
El remoto viaje de Trujillo hasta Lima.
 
César Vallejo
Invita a sus amigos a una cena.
Se pide ser puntual, traer vino
Y no olvidar en casa su nómina de huesos.
Hay suficiente espacio, suficiente espacio en su silencio.
 
La voz se hace más meliflua en la radio,
La voz que invita a los amantes a cubrir
De otra piel su desnudez.
 
Al otro lado de la noche
César Vallejo dibuja en los restos del café,
En su oscuro sedimento,
Al diluido hermano de juegos
Que tiene en el fondo del pocillo
Los rasgos de la muerte.
 
Es otro juego al que regresa con su hermano Miguel:
La muerte, como los niños, escamotea cuerpos
Cuando juega al escondite. Por algún recodo de la noche,
Vallejo busca a su hermano
En salones y zaguanes de otro mundo.
 
Ya no se oye la voz de la cantante
Y hay quien dice que la muerte toca el sol, toca la quena.
 
César Vallejo
Invita a sus amigos a una cena.
 
Se pide ser puntual,
Traer también al desconocido y su señora.