jueves, 20 de enero de 2022

Xavier Oquendo. Piel de náufrago


 
)1(
Así, como la costra de la almendra
que encierra el fruto en su corteza firme,
viven los solos,
separados de su historia,
de su tiempo, de sus aguas.
 
)2(
Cerca de la avenida repleta de silencios
viven todas las familias de los solos.
Unas son ciegas. Otras han perdido
el olfato y amaestran un perro
que les sirve de lazarillo.
Las más perdieron la memoria
y están sentadas a la derecha
de su soledad.
Muchas machacaron sus oídos
para no escuchar el motor
de sus recuerdos.
Pocas no disponen
del sentido del gusto,
pero tienen hambre,
y apenas todas tienen miedo
de enfrentarse a su miedo.
 
)3(
Los solos comen la tristeza
y ahuyentan a la gente
con el olor de su potaje.
Están siempre esperando
que los acompañe
esa mísera persona
que los habita,
mientras el tren pasa.
 
)4(
Los solos: esas velas que se apagan
y dejan el vacío del humo
en la atmósfera repleta.
 
)5(
Los solos se miran las pupilas
desde adentro, donde hay un laberinto
que termina en sí mismos.
 
)6(
Aquí estamos los más solos que nunca. Los que ni Dios pudo sacarnos la costilla. No pudimos oxigenarnos en el paraíso. Fuimos arrancados por algún misántropo divino.
 
Ahora hemos alquilado unas compañías que llegan a la hora del té. Ellas crecen como una madreselva en las paredes de nuestra piel cicatrizada.
 
Estamos lactando de la mama única, la que se fue hace siglos, dejándonos sólo el pozo del corazón. Alejándose, como un cucurucho arrepentido, de la cruz del Medioevo.
 
Las compañías no cruzan por nuestras silentes penas. Solo se ocultan tras el armario vacío que tenemos en mitad de nuestro desierto.
 
)7(
Es solo el que se anuda la corbata
y vierte en el espejo su reflejo.
Se va mirando azul en un perplejo
golpe que da la luz y lo desata.
 
Solo es el que se esconde en su garganta
y busca otro sonido que lo acoja.
En su coraza vibra como hoja
que vuela hasta otro otoño que lo arranca.
 
Aquí estoy yo de solo, solamente,
incrementando el surco a la corriente
que escapa de su ostra mala traza.
 
Y aquí me quedo solo como el Cristo
que quiso ser humano y quedó listo
para llenar la alforja de su caza.
 
)8(
Allí viven dos solos
que han decidido desunirse del sistema.
Quieren poblar sus soledades divididas,
cortadas por el hacha astuta
de Dios principal solitario
que nació de nuestra semejanza.
 
)9(
Recomendamos tomar su equipaje de mano.
No regresar a ver al que está al lado
porque no existe.
Aquello que usted ve
es el reflejo de un holograma azul
que convive con su realidad virtual.
Usted está en el sombrero del mago
que luego desaparece.
Cualquier conejo aparecido
es un simple gesto de cortesía.
Si está pensando aparecer en grande
no espere. Que los solos
tienen siempre una medida estándar.
 
)10(
Se prohíbe el sonido del viento en compañía.
Se prohíben dos solos sin pensar en un tercero.
Se prohíben los besos abultados.
Los pájaros de un tiro.
Los ángeles volando.
Se prohíbe vivir sin tener sombra que lo siga.
Sin estar callado. Con mordaza.
Se prohíbe domesticar a los silencios,
darle de comer a la patria de un idioma querido.
Se prohíben las reuniones de más de uno,
abrazos gratis,
sonrisas en oferta y
besos sin impuestos.
Se recuerda al pueblo: a los hombres y mujeres
que solos lo habitan,
que no hagan de su vida una visita.
 
Dejad todos a un lado las ausencias
y entrad al reino sin maletas.
 
)11(
El solo está libre de impuestos,
no paga el iva de la ausencia.
No debe registrarse en las aduanas.
 
El solo está exonerado de los otros.
Tiene un banco donde
no hay más plazo fijo que la muerte.
El solo está exento de figurar en catálogos
donde otros solos lo escojan.
No irá a la misa de los otros.
Deberá buscar a un Dios independiente.
Crear una iglesia con sus mitos,
vivir un rito solo con sus santos.
Persignarse mirándose en su espejo.
Igualar el reloj a sus horas
desfijándose la exactitud de Greenwich.
 
El solo no está libre de ser libre.
 
)12(
El que no esté solo
que lance la primera piedra
contra él mismo,
contra el espejo de su bruma,
contra su deuda auto impuesta.
Que se levante y camine,
que busque un espacio en la muchedumbre,
que baje las escaleras,
que llegue en el montón hasta los trenes,
que busque su boleto,
que haga el amor con una máquina.
Que no mire más que carteles
de otros solos que cantan,
que actúan, que pintan.
 
)13(
No hay que buscar a aquel que nos cobije.
Es solo la manta lo que importa.