viernes, 30 de diciembre de 2022

Eliseo Diego. El oscuro esplendor


 
 
El anciano se sienta al sol cada mañana
con todos sus preciosos huesos
bien contados y en orden, su tesoro.
 
Conmueve al sol aquella ingenuidad antigua
como el rumor de los primeros árboles
pidiendo admiración, respeto, un poco de homenaje
 
para la frágil sabiduría
que delicadamente ordena los preciosos huesos,
 
y prestándose con gusto a la farsa
cómo transforma los agotados puños
y el encallecido corazón de las botas.
 
Si bien más tarde el sol con dedos ágiles
debe recobrar sus llaves, sus monedas,
 
todo el ingenuo disfraz, toda la dicha,
 
y lentamente y con prudencia va dejándolo
al fin dormido, a solas con el sueño.