miércoles, 26 de enero de 2022

Rabindranath Tagore. Gitánjali

1

Fue tu voluntad hacerme infinito. Este frágil vaso mío tú lo derramas una y otra vez, y lo vuelves a llenar con nueva vida.

Tú has llevado por valles y colinas esta flautilla de caña, y has silbado en ella melodías eternamente nuevas.

Al contacto inmortal de tus manos, mi corazoncito se dilata sin fin en la alegría, y da vida a la expresión inefable.

Tu dádiva infinita sólo puedo recoger­la con estas pobres manitos mías. Y pasan los siglos, y tú sigues derramando, y siempre hay en ellas sitio que llenar.

2

Cuando tú me mandas que cante, mi corazón parece que va a romperse de orgullo. Te miro y me echo a llorar.

Todo lo duro y agrio de mi vida se me derrite en no sé qué dulce melodía, y mi adoración tiende sus alas, alegre como un pájaro que va pasando la mar.

Sé que tú complaces en mi canto, que sólo vengo a ti como cantor. Y con el fle­co del ala inmensamente abierta de mi canto, toco tus pies, que nunca pude creer que alcanzaría.

Y canto, y el canto me emborracha, y olvido quien soy, y te llamo amigo, a ti que eres mi señor.