sábado, 12 de febrero de 2022

Santos Domínguez. Luna y ciencia nocturna

 
Sólo las alas huyen de la muerte.
Pablo Neruda
 
Por un presagio antártico de penumbra y de hielo
los dones transparentes de los pájaros
laten en la garganta y arden en la memoria
secreta de los mapas, en hogueras de nieve
por cámaras oscuras y comarcas que incendia
su canto numeroso y su mirada.
 
Como briznas de hierba pegadas en la piel,
como oscuras heridas,
se instalan en las vértebras, circulan por la sangre,
crecen con nuestras uñas o esperan en la puerta.
 
Como los días amargos se quedan con nosotros
y a veces, lentamente, nos hablan al oído,
más acá de los sueños, más lejos que el dolor.
 
Un fulgor de metales tiembla entre las banderas
moradas de la tarde, reverbera en la llama
bajo la luz occipital del mundo en esa hora
y una orquesta de fiebre
se pierde en el abismo de la noche.
 
 

Santos Domínguez. El viento sobre el agua

 
¿Recuerdas lo que queda de la vida?
Javier Egea
 
Desde un paisaje helado en la memoria,
desde un sueño de espejos sin fondo y sin futuro
sobrevive en nosotros
un oscuro estribillo indescifrable
que entona en ningún sitio algún coro de sombras.
 
Bajo esta luz ilesa nadie lo ve. La sombra
se incorpora al vacío de una nada que habitan
nombres, miradas, bosques
oscuros de cipreses.
 
Me acuerdo del futuro: la tarde va pensando
un sur de manantiales y una silueta en sombra
se disuelve en la niebla.
 
Nadie lo ve. La sombra se incorpora al vacío
y el viento se desliza tranquilo sobre el agua.
 
Volverá, como vuelve,
a este cielo sin pájaros y a esta oscura llovizna
la bóveda nocturna horadada de estrellas.
 
En la niebla salobre, bajo el agua invertida,
se desangra una rosa suavemente en la orilla
con la tristeza azul de las tardes de invierno.