lunes, 27 de junio de 2022

Roque Dalton. Taberna y otros lugares

EL SER SOCIAL DETERMINA LA CONCIENCIA SOCIAL

 

Las campanas del otoño hacen difícil la primera nevada.

 

Como si el sacristán fuera el demonio

viejo muñeco de paja puesto a arder para siempre.

 

La tristeza da tos

y si te descuidas un poco, cariño,

la vida se te vuelve una jornada de Anita la Huerfanita

un solo llanto entre gordos.

 

En todo caso trabajar en un país socialista

y no ganar para comprar bufanda o guantes

hace amar la metafísica fundamental

desear su violín lila para volver

a la playa donde puedes hartarte de flores por el ombligo.

 

Ay es que soy funcionario

del Partido Comunista más chiquito del mundo

uno que tratará de hacer su revolución sin miles de muertitos

porque se arruinarían las posibilidades de la agricultura nacional

con las tumbas.

 

Para colmo de males,

ahora tú me niegas lo poco que me iba quedando

dices lógicamente “ahora no quiero”

pero es ahora cuando yo tengo frío

y advierto el hueco dejado por la patria

que antes me acariciaba en el pecho.

 

Odio tu vestido celeste

tu ropa interior llena de trampas tirantes

todo lo que me oculta tus dulces nalguitas sonrojadas

tus pechos de piedra blanca

hechos para la boca de los niños adultos

tu vientre que es mi patio para jugar con soldaditos de plomo

a los ojos de un sol perfectamente inventado.

 

Salir a estas horas a la calle

borra todos los pecados del mundo

además ver tanto pájaro muerto

(eso que nunca dicen del invierno que nace)

no se me cura lejos de tus ojos:

soy tan semifascista como Kafka.

 

Mañana el paso hacia el comunismo tendrá un día

menos regocíjate

el invierno derribará un día más

entre la niebla saludabilísima

más de algún hijo de puta

seguirá riendo por lo que dicen del Che Guevara

y en los supermercados

las gordas viejas seguirán la línea de la cola pacífica

para comprar muchas compotas y yogurt.

 

América Latina es una bella anaconda

que se golpea los dientes a colazos

uno no sabe nada de política

pero se ha oído decir que tiene su corazoncito

ahí el problema de exponer la ternura a las cataratas

dejar que la serenidad pasee descalza

sobre una alfombra de gigantescas parásitas

hacer huir la idea del verde de las copas de menta

y dedicarla a esa mayor parte del arco iris

formada por las loras salvajes.

 

Un día diferente a éste

hace treinta años

hacía yo madre a mi madre

un día como éste hace treinta años

oraban los oradores del VII Congreso

de la Internacional:

pronto necesitaré anteojos

y unos masajes para reducir la barriga

pues mi figura actual no da mayor decoro

niega respaldo a mi famosa fuga de la cárcel.

 

El frío ha dado frutos en mi vida

oh dorada visión cuyo nombre

no puedo poner aquí:

sobre todo esta sed de ti que es cobardía política

olvido en mayor grado

del ceño que aseguran debería

mantener.

 

Déjame quedarme en el horno divino

afuera sólo las brujas espolean su escoba entre las techumbres

tan llenas de hollín y tan ajenas

a mi cultura de humus y peñas viscosas

(no quiero darte otro cursillo sobre la naturaleza tropical

quiero quedarme a dormir contigo

hacer el amor siete u ocho veces

hasta que no puedas alzar el brazo desmayado del suelo

y en la cama un mundo de cinc herido por el ácido

sea el clima heredado desde la alegre culpa).

 

Te cantaría entonces una canción mexicana

con ciertas alteraciones que te harían feliz

te aceptaría sin las bromas usuales

que Shólojov mereció el Premio Nobel

y que la poesía soviética tiene cruciales diferencias

con el chewing gum.

 

(La asimilación crítica de la realidad

debe ir más allá de rascarse la cabeza

y decir en cualquier idioma lo equivalente a “coño”

—esto no puedes escucharlo

pues se supone que solamente lo pienso

convención muy usada hoy en la poesía

o en la novela sicológica—. Sigamos).

 

No creo que deba seguirte embadurnando con la infancia

ese huevo salvaje de mi vida en el fondo del largo corredor

más bien debo hacer los gestos del adiós

buscar el impermeable

hacer una pelota con la última caja de cigarrillos

en el más probatorio desconsuelo.

 

El brazo del mar es más poderoso que el ala de la paloma

en él nos bañamos asustados

pero no nos sirve para volar:

las majestades más pobres tiemblan

cuando los poetas se caen por la ventanas como Caupolicán.

(Esto es lo que se llama proverbios sobrantes).

 

Recuerdo que las campanas sirvieron para iniciar esta charla

pero nada pueden contra tu silencio y tu desdén

el sacristán no es el demonio

es un imbécil que huele a sudor de viejo

y que debe andar como yo . con el sueldo atrasado

(mañana tenemos otro día de Conferencia

y hasta mi habitación hay una buena hora de tranvía).

 

Esta noche no tuvimos cognac sólo esas uvas demasiado dulces

(el ser social juega ping-pong con la conciencia de uno

sobre todo en invierno).