viernes, 22 de abril de 2022

Jaime Sabines. Algo sobre la muerte del mayor Sabines

PRIMERA PARTE

I

 

Déjame reposar,

aflojar los músculos del corazón

y poner a dormitar el alma

para poder hablar,

para poder recordar estos días,

los más largos del tiempo.

 

Convalecemos de la angustia apenas

y estamos débiles, asustadizos,

despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño

para verte en la noche y saber que respiras.

Necesitamos despertar para estar más despiertos

en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.

 

Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,

por eso es que este hachazo nos sacude.

Nunca frente a tu muerte nos paramos

a pensar en la muerte,

ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría.

No lo sabemos bien, pero de pronto llega

un incesante aviso,

una escapada espada de la boca de Dios

que cae y cae y cae lentamente.

Y he aquí que temblamos de miedo,

que nos ahoga el llanto contenido,

que nos aprieta la garganta el miedo.

 

Nos echamos a andar y no paramos

de andar jamás, después de medianoche,

en ese pasillo del sanatorio silencioso

donde hay una enfermera despierta de ángel.

Esperar que murieras era morir despacio,

estar goteando del tubo de la muerte,

morir poco, a pedazos.

 

No ha habido hora más larga que cuando no dormías,

ni túnel más espeso de horror y de miseria

que el que llenaban tus lamentos,

tu pobre cuerpo herido.

 

Jaime Sabines. Tarumba

 

Estos días, iguales a otros días de otros años,

con gentes iguales a otras gentes,

con las mismas horas y los mismos muertos,

con los mismos deseos,

con inquietud igual a la de antes;

estos días, Tarumba, te abren los ojos,

el viento largo y fino te levanta.

No pasa nada, ni estás solo.

Pasas tú con el frío desvelado

y pasas otra vez. No sabes dónde,

a dónde, para qué.

Oyes recetas de cocina,

voceadores, maullidos.

¡Fiestas de la barriga, navidad, año nuevo,

qué alegres estamos,

qué buenos somos!

Tú, Tarumba, te pones tus alas de ángel

y yo toco el violín.

Y el viejo mundo aplaude con las uñas

y derrama una lágrima, y sonríe.