LA ORILLA DEL
INVIERNO (Fragmentos)
I
Surcarás otros mares de amarga geografía.
Volverá con las naves la paloma del sueño,
el velo del ocaso, la túnica del alba fría
de los inviernos.
II
Sobre este mar de sueños el ocaso te avisa
acantilados. Sube
a la gavia más alta.
Date al recuerdo, cruza la estela de la
espuma
azul de las trirremes: ceniza leve, sombra
arcana de los días.
Noche
antigua del sentido.
III
Vuelves a la ciudad dormida. Las hogueras,
presagio ritual de la noche de niebla
en los bosques fluviales. Sobre los
arrabales,
la lepra de los muros y las torres del
sueño.
Decadencia del mundo al sur de la penumbra.
IV
La ruina de los templos, la hojarasca,
el musgo en el jardín y el peristilo,
indicios, Livio, dan en esta noche
del rito de las horas: el salitre en la
oscura
acrópolis del tiempo.
Avisa a los augures. Por la almena
de ortigas y cicuta, el centinela
pide la contraseña al verdín que ya gana
con sus manos leprosas
el teatro y las puertas negras de la
muralla.
V
Lenta baja la tarde hacia los arrabales
del sueño o de la luz:
tras la niebla encendida
el agua recupera el pulso subterráneo
del tiempo: ya es de noche.
VI
¿Qué oscuro capitán lleva la nave a un
puerto
de poniente, a la niebla cruel del
acantilado?
Seguimos en silencio
el ritmo indiferente de las constelaciones.
VII
Fanal de la nostalgia: detrás de la
necrópolis
por el valle galopa el caballo del sueño:
sus cascos oscurecen las aguas pantanosas
de la marisma turbia.
Tabletea por el puente de musgo y hiedra
negra:
ah, frágil recorrido del hombre hacia la
sombra.
VIII
Con esa obstinación inútil de las olas
que van y vienen, van
y reiteradamente vuelven,
tu corazón se rompe contra el acantilado
alto de las estrellas
calcáreas e impasibles.
IX
Mascarones de ausencia y sargazos de niebla
cruzan los litorales de tirso y malvavisco.
Esta noche de invierno fermentan los
recuerdos:
el mar es un caballo con las crines de
espuma
y hay brea en la tristeza licuada de los
puertos.
X
Litoral de los sueños: la torre blanca, el
musgo
y los puentes de niebla en los pinares
negros.
Sólo vuela el vencejo, procesión agorera
de las noches del mundo.
¡Ah, mar caliginoso de diciembre y
ventiscas!
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