La noche que no es
más que noche no la conozco ya.
O. Elytis
Para explicar la
nieve,
muchas noches
regresan, turbios y perentorios,
los dones dolorosos
del recuerdo.
Bajo un dintel
violento, su sustancia invisible
convoca una batalla
sin fecha y sin banderas.
Con colmillos
urgentes, con rabia y sin sosiego,
un perro de arrabal
desgarrará en las sombras
la flor negra del
tiempo que alimenta en silencio
un secreto lugar de
un corazón remoto.
Con un candil de
escarcha,
con un cristal de
sombra y lágrimas oscuras,
la música invisible
de las fuentes
cesa en los frutos
vanos de la noche
y el pasmo de la hora
decora mi extravío
sobre el silencio
blanco de los muros sin sueño.
Como un aceite
espeso,
desde el cielo
oriental va extendiendo la noche
su máscara
eficiente
y un resplandor de
enigma crece tras los espejos
y en las sienes
oscuras del gemido y la fiebre.
Herido por el humo,
de los álamos vengo.
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