I
A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes, y de lámparas luminosas,
—si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
El dolor mata amigo. La vida es dura
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa:
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
II
Lamparillas de la kermesse.
Títeres y titiriteros.
Volver a ser niño otra vez
y andar entre los marineros
de Liverpool y de Suez.
III
Teatritos de utilería.
Detrás de esos turbios cristales
hay una sala sombría:
Paraísos Artificiales.
IV
Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
—¡Aquí hay mujer y
manzanilla!
—¡Aquí hay títeres y
refrescos!
Pero sobre todo mujeres
para los hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos, en los ojos muertos.
No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.
¡Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown!
Y el trala-trala-trálala,
ritma en tu viejo corazón.
Estampas. Luces. Musiquillas.
Misterios de los reservados
donde entrarán casi a hurtadillas
los marinos alucinados.
Y fiesta, fiesta, casi idiota
y tragicómica y grotesca.
—¡Pero otra esperanza remota
de vida miliunanochesca!...
V
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire...
nos engañaremos, no hay duda.
Si desnuda, nunca muy desnuda,
si barbuda, nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo...
¡qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
VI
—Y no se inmute amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza:
¡Si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la
ranura!...
No hay comentarios:
Publicar un comentario